Andrés Duprat

03.05.2021

edited by Raffaele Loffredo

Andrés, eres una figura polifacética en el panorama del arte contemporáneo argentino e internacional. Cuéntame tu experiencia como curador y en qué dirección, en tu opinión, debería ir el arte contemporáneo considerando la crisis global del sector por la situación de la pandemia.

Hace muchos años que trabajo en el mundo del arte. Es un mundo que me apasiona y que encuentro absolutamente estimulante y rico. Me fascina su aparente gratuidad y sinrazón y, paradójicamente, como se constituye en determinados momentos en algo absolutamente preciso y necesario. La creación y la construcción de signos es algo que nos distingue como especie y que nos conecta con los comienzos de la humanidad. Hay un hilo evidente desde las cuevas de Altamira hasta el arte más reciente que nos une como especie, aunque si bien, en cada período se pretende refundar definitivamente las cosas.

Hay diferentes modos de abordar el arte, desde el estudio de su historia, desde la docencia, desde el propio hacer artístico, desde la crítica, desde la gestión, etc. Y creo que cada una de esas categorías hace su aporte.
Mi abordaje al arte es múltiple y diverso. Hago gestión, curaduría, escribo y también me fascina la creación que desarrollo en el campo de la escritura cinematográfica. Todos estos abordajes me interesan, ya que son formas distintas de rondar el fenómeno de la creación artística.
Creo que es importante que el campo artístico no sea "capturado" por una sola de éstas categorías, sino que convivan, incluso que convivan en el conflicto.

La irrupción de una problemática tan fuerte y compleja como el Covid-19, que obligó a un aislamiento a escala planetaria y cambió nuestra forma de estar en el mundo a niveles aún no determinados, tendrá sin dudas -y ya lo está teniendo- su correlato en el mundo de la creación artística. Cada período histórico deja marcas en los modos de expresión de la generación que lo vive. Es demasiado pronto para analizar el rumbo en el que el arte contemporáneo dará cuenta de la pandemia. Aunque en relación a los museos y otras instituciones artísticas, los cambios son evidentes. Ante esta situación inédita, han asumido el desafío multiplicando su presencia en las redes sociales y en los medios de comunicación, proponiendo visitas virtuales, proporcionando acceso e información digital sobre sus colecciones, además de cursos y actividades pedagógicas a distancia. Esta labor ha permitido mantener activa cada institución y su conexión con el público, facilitando un acercamiento a las obras de arte centrado en la percepción individual a través de dispositivos digitales. Como es del todo evidente, estos median y formatean la experiencia estética, son herramientas de interpretación y diálogo crítico con las obras, pero son incapaces de sustituir la experiencia en los términos en que venimos describiéndola, cuya condición mínima es la visita física al museo. Entrar a un edificio, caminar y perdernos en sus salas y corredores, detenernos en las obras y objetos que llaman nuestra atención, demorarnos en ellos, recorrerlos con la mirada, percibirlos en profundidad, bien expuestos e iluminados, en un ámbito amplio y silencioso que colabora para que tengamos una experiencia sensible significativa.

La mediación tecnológica ofrece una perspectiva posible, pero debilita nuestro rol de espectadores: cancela la espacialidad, borra las texturas, abstrae de nuestra memoria sensorial la acción de la mirada sobre la superficie de las obras. La pantalla nos brinda una idea, invita al concepto, pero no reemplaza la experiencia perceptiva directa, que es singular e intransferible.

Los problemas y desafíos que deben afrontarse de cara al futuro son múltiples, pero quizás uno de los pocos beneficios que se avizoran sea el cese de la búsqueda indiscriminada de la masividad, que impedía o por lo menos dificultaba la posibilidad de disponer de un ámbito y un clima favorables a la experiencia sensible frente a la obra de arte.

Tras cada catástrofe -pestes, guerras, tragedias naturales, caídas de civilizaciones, crisis económicas-, el arte siempre ha podido reconfigurarse, tanto en sus formas, modos de circulación y consumo como en sus estéticas y funciones. Para el mundo del arte, el mayor desafío será reinventarse en las nuevas condiciones. No sabemos cómo quedará configurada la realidad luego de esta crisis, aunque intuimos que la pandemia dejará secuelas importantes. Y si bien esta encrucijada es nueva, no lo es la necesidad de reinvención en el campo del arte, que es finalmente un universo dinámico y en eterna expansión. La revisión de sus parámetros es una constante en la historia. O, podemos decir, es su propia historia.


En mi experiencia de curador hace unos años en Buenos Aires, con nuestro amigo en común Santiago Caprio, noté un excelente fervor cultural en la ciudad y una fuerte tendencia a la experimentación. ¿Qué jóvenes artistas locales crees que podrían ser los protagonistas de la escena del arte contemporáneo en el futuro?

Buenos Aires es una ciudad culturalmente muy activa, quizás una de las más activas del mundo. Aquí el arte está en todas partes desde las grandes instituciones hasta el sótano mas periférico. Conviven diferentes sistemas de producción y creación, muchos de ellos absolutamente innovadores y experimentales. Hay muchos y muy buenos artistas en cada campo de la creación, y el público es entusiasta, inteligente, abierto y sensible.

Hay muchos artistas jóvenes que me interesan, cuando digo jóvenes no me refiero sólo a su edad sino a su espíritu. Sólo para nombrar algunos: Mariana Tellería, Leandro Erlich, Adrian Villar Rojas y Tomás Saraceno,

Respecto a otros proyectos con Italia, estoy preparando una muestra del artista argentino Carlos Alonso, específicamente de sus dibujos sobre Dante Alighieri y la Divina Comedia, que presentaremos primero en Buenos Aires en el Museo Nacional de Bellas Artes y luego en la Gallería Nazionale de Arte Moderna y Contemporánea de Roma. 
También preparo junto con Diego Sileo, una exposición de arte político argentino para presentar en el PAC, Padiglione di Arte Contemporanea, de Milán en 2023.

Describe y cuentame algo sobre tu experiencia en la Bienal de Venecia en Italia y si estás planeando proyectos artísticos u otras colaboraciones con Italia en un futuro próximo.

Fui comisario del envío argentino a la Bienal de Venecia en el año 2017. Ese año presentamos una gran instalación de Claudia Fontes, una artista argentina que reside en Londres. La obra consistía en una escena congelada en el tiempo que involucraba también la propia arquitectura del pabellón argentino. Se llamaba "El problema del caballo" y en mi ensayo la definía de la siguiente manera:

¿Cuáles son las estructuras invisibles de una nación? ¿Cómo se articulan las imágenes que la sustentan en el mito fundador de una creencia colectiva, de la que depende la existencia misma de un país? ¿Qué es lo que hace que una imagen se vuelva icono de una cultura? ¿Qué la vuelve alegoría? El problema del caballo, la instalación que Claudia Fontes presenta en el Pabellón Argentino de la Biennale Arte 2017, aborda estos y otros interrogantes, proponiendo una escena congelada en el tiempo: tres figuras -un caballo monumental corcoveando, acompañado de una mujer y un joven en escala real- se contraponen a una lluvia de rocas suspendidas en el aire cuya sombra genera una imagen especular del animal, pero disgregada. La artista formula así una lectura radical de la relación del hombre con el caballo, matriz del mito de origen de la nación. En su interpretación, el animal, cautivo en una prisión construida por su propia fuerza motriz -la arquitectura fabril del pabellón en el Arsenal-, disuelve con su vitalidad el canon de la estatuaria que, a lo largo de la historia, lo redujo a mero elemento funcional de los relatos conmemorativos institucionales.

Respecto a otros proyectos con Italia, estoy preparando una muestra del artista argentino Carlos Alonso, específicamente de sus dibujos sobre Dante Alighieri y la Divina Comedia, que presentaremos primero en Buenos Aires en el Museo Nacional de Bellas Artes y luego en la Gallería Nazionale de Arte Moderna y Contemporánea de Roma. 
También preparo junto con Diego Sileo, una exposición de arte político argentino para presentar en el PAC, Padiglione di Arte Contemporanea, de Milán en 2023.

Eres comisario, arquitecto, director artístico pero también guionista de cine. Estoy interesado en aprender más sobre su trabajo como guionista en referencia a sus diversos largometrajes.

La ensayística en el campo del arte contemporáneo te obliga a ser riguroso e informado, y en general este tipo de textos se referencian a una obra o a un autor. Este tipo de textos nos ayudan a aproximarnos a creaciones o creadores proporcionándonos nuevos puntos de vistas, reflexiones, asociaciones y, por que no, nuevos hallazgos.

El trabajo de comisario de exposiciones es muy similar, ya que, bajo mi punto de vista, es una especie de ensayo en el espacio. Es decir un ensayo o una hipótesis sobre algo, pero que se presenta con obras, imágenes y documentos desplegados en el espacio con un recorrido, puntos focales, núcleos temáticos, etc.

Respecto a mi labor como guionista, es un campo que si bien lo concibo como absolutamente conectado a mis otras actividades e intereses, me permite una forma de escritura más libre y espontánea. Las historias que escribo transitan por el mundo en que me muevo y que, si bien, lo conozco en profundidad, me interpela y me lleva a hacerme ciertas preguntas recurrentes. La creación es también una forma de conocimiento, de aprehender la realidad, de intentar entenderla.

Tengo la fortuna de que prácticamente todo lo que escribo se filma, algo no muy habitual en el mundo de los guionistas, eso es porque trabajo en conjunto con dos directores que admiro como mi hermano Gastón Duprat y Mariano Cohn.

Comencé como en un juego, escribiendo una ficción sobre el mundo del arte contemporáneo (El artista de 2007) y a partir de allí no paré más. He escrito una decena de películas (entre otras "El hombre de al lado", "Querida, voy a comprar cigarrillos y vuelvo", "El ciudadano ilustre", "Mi obra maestra") y acabamos de terminar nuestra nueva película que se llama "Competencia oficial".